Del 7 al 12 de septiembre se celebró la Semana de la Moda en Nueva York, una edición que durante seis días contó con más de un centenar de desfiles, en su gran mayoría presenciales. Firmas consagradas, como Carolina Herrera, y diseñadores “emergentes”, como la uruguaya Gabriela Hearst, directora creativa de Chloé, o la colombiana Paris Rodríguez, presentaron sus colecciones Primavera/Verano 2023.
Como viene sucediendo en las últimas ediciones, las locaciones elegidas para estrenar las nuevas colecciones tomaron toda la urbe y spots exclusivos o emblemáticos de la Gran Manzana, desde el lujoso Hotel Plaza y el Central Park hasta el restó Cipriani, meca de celebridades, artistas y altos ejecutivos, pasando por museos (como lo hizo Ralph Lauren en marzo del año pasado en el Museo de Arte Moderno), bibliotecas públicas (elección de Marc Jacobs) y hasta la Bolsa de Wall Street, locación en la que hace unos meses sorprendió Balenciaga.
“La clave es aceptar hacer ropa hermosa y alegre y no disculparse por ello”, dijo Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera, cuyos vaporosos y voluminosos diseños fueron de los más aplaudidos por los críticos de moda. Pero si analizamos las tendencias que más ruido hicieron, de alguna manera todas están relacionadas con la “moda fea”, esa que supieron reinstalar Gucci y Balenciaga. Se trata de una estética transgresora que desestabiliza el criterio del mentado “buen gusto” y hace gala de elementos contradictorios y tendencias ya pasadas de temporada, que hoy se reciclan de modo exacerbado. Aquí, un resumen de las claves que dejó la New York Fashion Week.
Y2K aesthetic
La estética dosmilera o Y2K aesthetic regresó con todo y sin pedir permiso. Claro que era algo que ya nos veíamos venir, cuando las celebridades comenzaron a bajar el tiro de los pantalones y a reinstalar viejos mandatos (como lucir el vientre a lo Paris Hilton, Lindsay Lohan y Britney Spears de fiesta).
En esa tendencia se encuadra también el barbiecore, esa obsesión por lucir outfits monocromo en rosa, del fucsia al pastel –recordemos que Valentino hizo toda una colección dedicada al rosa, con Zendaya como férrea embajadora–. En las nuevas colecciones, la estética dosmilera se dejó ver en tops con puntilla, zapatillas con plataforma, tops con piel en el cuello y mangas y vestidos lenceros. La propuesta de Tory Burch se emplaza tanto en los 2000 que hasta propone usar faldas sobre leggings, una vieja manía que había quedado en el olvido.
Un ítem que va perfecto con esa tendencia es el bolso Baguette, que fue relanzado por Fendi en su 25º aniversario. Se trata de una exclusiva pieza creada por Silvia Venturini Fendi en 1997, que a través del tiempo conquistó a fashionistas como Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker en Sex and the City) y que ahora lució –tanto en Instagram como en la pasarela– la ex supermodelo Linda Evangelista como embajadora de la firma.
Arriba el neón
Los colores en neón (sobre todo el verde y el amarillo) aparecieron como alternativa ya desde hace tiempo. Esta temporada, Christian Siriano sorprendió con una colección completa en flúor, una tendencia que experimentaron firmas como Balenciaga, Jacquemus y Off White, y que instalaron celebridades como Kendall Jenner, Billie Eilish y Rihanna.
El verde lima o amarillo verdoso en neón persisten en las pasarelas de todo el mundo gracias al renacimiento de la estética Y2K. Versace y Prada adoptaron el color de alguna manera, ya sea en accesorios o detalles, mientras que Pierpaolo Piccioli, director creativo de Valentino, también lo incorporó en la pasarela. Las colecciones masculinas de Dior y Louis Vuitton también integraron el color it en sus prendas.
¿Huellas del boom del verde neón? Cuando Beyoncé lució un llamativo outfit firmado por David Koma en los Oscar 2022. Dua Lipa fue otra de las responsables de subir la tendencia al escenario de la mano de Balenciaga.
Brillos y maximalismo
Tom Ford cerró la Semana de la Moda en Nueva York con un desfile que reinstaló la lujuria de los setenta y ochenta. En medio de rumores de una posible venta de la compañía, el diseñador y director de cine recordó su mejor época al mando de la maison Gucci.
En una pasarela metálica iluminada como una discoteca, desplegó todo su glamour con una colección por completo maximalista. Con bordados florales, géneros como lúrex y paillettes y full transparencias, deslumbró con diseños repletos de brillo –y mucha piel a la vista, incluidos escotes casi hasta el ombligo para ellos, ellas y ellxs– que parecían tener como referencia a las habitués de la mítica disco neoyorquina Studio 54.
Smokings de lentejuelas, trajes en jacquard o con motivos animal print, minishorts, dos piezas en cuero y prendas lenceras fueron algunos de los hits de Ford que apostó a una pospandemia a pura fantasía.
Superposición de estampados
Otra tendencia a la orden del día es la superposición de estampados. El célebre “mix and match” (mezclar y combinar) estuvo presente en más de una pasarela. Pero uno de los ejemplos más claros fue la colección de Tommy Hilfiger, que presentó su desfile en la vida real y con una pasarela en el multiverso.
Además de lanzar un nuevo monograma (en colaboración con el diseñador británico Richard Quinn) y de haberse inspirado en el espíritu de The Factory y el legado creativo de Andy Warhol, la firma mixeó los códigos tradicionales estadounidenses con el streetwear en una propuesta vanguardista: así se vieron sorprendentes combinaciones de motivos contrapuestos con los clásicos colores de la firma (y sus tradicionales rayas).
Entre las prendas que más se lucieron se destacan trajes decontracté con diseños disímiles que amplían los márgenes de lo que se considera “matcheable”. Algo que en colecciones anteriores también habían hecho Moschino y Valentino en outfits genderless.
Monoprendas
Los jumpsuits, monos o enteritos son las estrellas de varias de las propuestas presentadas en la Gran Manzana. La prenda que ya es un clásico en cualquier fondo de placar brilló, por ejemplo, en la pasarela de Fendi, en la que Bella Hadid vistió uno en satén color turquesa, diseño tipo cargo y larguísimo cierre que permite llevarlo abierto hasta el ombligo.
Una de las figuras que es devota de las monoprendas (siempre en sintonía a su dedicado fashionismo) es Dua Lipa, quien en 2019 ya las había incorporado gracias al ojo de su estilista, Lorenzo Posocco.
Tras haber lucido jumpsuits de todo tipo (con manguitas, cut outs y bota incorporada), la cantante deslumbra en su Future Nostalgia Tour con un mono en verde neón firmado por Balenciaga (Demna Gvasalia los impuso en modo guante años atrás) y otro por Mugler, con 120 mil cristales incrustados.
Sporty
Por su parte, Puma presentó una selección de looks de las temporadas actuales y futuras, así como piezas personalizadas, curadas por la diseñadora y directora creativa de la firma, June Ambrose. En las vísperas de su 75º aniversario, Futrograde, un desfile inmersivo que fusiona el pasado, el presente y el futuro de la marca, y que apela a la innovación en el diseño y el rendimiento deportivo.
En paralelo, la marca lanzó una experiencia digital del desfile en el metaverso, llamada Black Station, que incluyó NFT exclusivos con zapatillas físicas canjeables de edición limitada. Entre las propuestas urbanas que hacen foco en la sustentabilidad llamaron la atención estilismos oversized de estilo "preppy" que incluyeron shorts, buzos XL y hasta medias bucaneras con rodilleras incorporadas.
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